
La empresa Chicles Americanos, afincada en la población de Pinto (Madrid), lanzó al mercado estos chicles con sabor a regaliz y de color negro. Todos los niños y niñas lo llamaban por su color: "el chicle negro". Al principio en cada chicle iban incluidos unos cromos con temas del espacio y canjeando varios envoltorios en el kiosco, te regalaban el álbum. Sin duda fuero unos chicles muy populares y llegaron a competir en el mercado con los de la factoría Damel, como el Chicle Cheiw, o los de otras empresas o marcas no menos famosas como Bazooka o Nina.
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